EL CUIDADOR ESE SALVAVIDAS “INVISIBLE”

Yo descubrí la figura del Cuidador o Cuidadora hace un poco más de 5 años cuando con mi esposa Gabriela ya estábamos comenzando la etapa inmersiva de asumir el cuidado de mi suegra Beatriz con un Alzheimer que día a día se iba desarrollando y que no permitía que viviera sola o acompañada en las noches por su nieto que ya comenzaba su vida laboral. En paralelo yo ya lo era de Conchita, mi mamá, que, aunque vivía autónoma en su apartamento sobre sus 88 años, ya los geriatras me habían dado la orden de “no más sola” y aunque yo estaba responsable de ella y vivíamos a solo tres cuadras de distancia y hablábamos varias veces a diario y yo la visitaba máximo día de por medio.

Aunque ya ejercía la labor no tenía consciencia real del tema, no conocía el rol ni a otros cuidadores, asociaciones que los agruparan, no tenía guías. Debido a que Beatriz comenzaba a ser atendida en Bogotá en la Clínica de Memoria Intellectus de la Universidad Javeriana donde nos dieron unos manuales y talleres muy valiosos, comenzamos a educarnos a buscar otras fuentes en internet y otras instituciones. Para hacer corta la historia hoy soy, primero que estratega digital, autor de libro y conferencista sobre el cuidado éxitos del adulto mayor y el buen envejecimiento, soy cuidador. De ese ya lejano diciembre de 2018 a hoy, mi actividad, interés, nuevas relaciones y descubrimientos alrededor del mundo de las personas mayores y de los cuidadores ha girado unos 120° y creo aún falta mucho por estudiar, investigar y para lograr esos otros 60°. Tal vez nunca llegue a conocer la totalidad del amplio mundo de las personas mayores, el envejecimiento y todo lo que conlleva incluidas las enfermedades físicas y mentales. 

Tanto me ha cambiado esa visión y conocimiento que hoy es mi proyecto de vida. Mi principal propósito es motivar un cambio cultural que permita, desde las actuales hasta las nuevas generaciones, prepararnos desde la prevención y el autoconocimiento para tener un envejecimiento responsable, digno, positivo y trascendente en nuestra región iberoamericana. 

Mi idea de cambio se centra en que: la persona mayor necesita motivaciones y su Cuidador(a) necesita un “respiro”.

Aunque la persona mayor y el Cuidador(a) son dos protagonistas que en la mayor parte de sus actividades se fusionan, realmente tienen necesidades y funciones muy diferentes.

La persona o adulto mayor, al menos en Colombia está identificado, legislado y cubierto parcialmente por el estado, el sistema pensional y ampliamente por el de salud, al menos en el entorno urbano. El campo y la provincia son otro mundo que he investigado minimamente pero aún así, sé que está lejor de lo que hay en las grandes ciudades. Estamos muy atrasados. 

Del entorno general al menos hay una radiografía parcial y aunque el panorama no es el mejor como podemos ver en estás gráfica basadas en el algo lejano Censo 1018 del Dane, nos podemos dar una idea de la situación de las personas mayores de 65 años.

Los números seguro han crecido estos últimos cinco años y seguro son ya más de 7 millones mayores de 65 años de los cuales más de 3 millones no tienen pensión y los 5 que tienen su ingreso es más que insuficiente.

Pero al menos acá tenemos una idea como punto de partida para planear y buscar mejoras.

Entonces ¿quién es el Cuidador familiar colombiano?

Del Cuidador o Cuidadora familiar (no hablemos del profesional) no sabemos todo lo que debemos saber. En los encuentros personales que tengo con varios de ellos en mis conferencias, o con los asociaciones o por lo que me cuentan y registran mi redes sociales de la comunidad, tengo un perfil sociodemográfico preliminar, pero aun debemos mejorar las estadísticas.

Para comenzar recordemos que en Colombia no hay una ley del Cuidador, por ende su status no es reconocido, ni protegido  en los funcional, lo laboral ni en su remuneración como si sucede en otros paises como Inglaterra, Alemania, EEUU, Canada o España para hablar en nuestro idioma. 

Un perfil preliminar

En lo cualitativo identifico al Cuidador colombiano familiar así: en un 70% son mujeres y un 30% hombres que en su mayoría están entre los 45 y 65 años. 

Están dedicados 7x 24 a su familiar, sean un hijo, la pareja, o mayormente a sus padres que están de los 75 años en adelante. Usualmente son la hija, hijo, nieta o nieto que no escogieron esta responsabilidad sino que por “cosas de la vida” como: que se quedaron sin trabajo, sin vivienda o no tener una relación de pareja estable asumieron la labor y viven ahora con sus padres. 

El cuidador(a) usualmente no tiene trabajo, ni ingresos propios, las familias en su mayoría colaboran poco delegándoles la responsabilidad de forma permanente, casi sin relevos por semanas y meses. Es decir, se quedan sin su propio recursos económico, espacio, tiempo, actividades y se desconectan del mundo laboral. Los que tienen familia y han asumido el cuidado de uno o de sus dos padres a veces los tienen en su propia casa o van a diario a cuidarles a la de ellos, lo que impacta y afecta su relación de pareja, con los hijos y su demás entorno familiar y de amigos ya que se tiene que centrarse entre sus responsabilidades en su propia casa y con sus padres. 

El agotamiento y alto estrés son factor cómun y se encuentran muchos viviendo el sindrome del “burnout” o cuidador quemado, que significa que la responsabilidad le ha superado hace tiempo , están “reventados” y ya no solo hay un enfermo en casa sino que el cuidador o cuidadora también lo está. Usualmente el cuidador  está sin diagnóstico medico y sin suficiente ayuda emocional profesional.  

Radiografía no oficial pero igualmente dura. ¿verdad? 

Hay familias que colaboran más con el tiempo, los relevos e incluso compartiendo gastos de sus padres entre los hermanos y hay valiosas excepciones en que reconocen en dinero la labor de esa hermana(o) o primo(a) que tiene a cargo a sus mayores. Son la excepción a la regla. Una ejemplar, pero infortundamente inmensa minoría, que ojala crezca.

Por todo esto, el título de este blog: El cuidador ese salvavidas “invisible”, siento que hay que revertirlo. El Cuidador no puede seguir siendo invisible.

Creo que al Cuidador familiar hay que valorarlo y hacer que se valore a sí mismo.

Que debemos hacer con el Cuidador familiar

Creo que hay que capacitarle para que haga mejor su función en el día a día. 

Pero creo que aún más es necesario darle reconocimiento, apoyo, experiencias renovadoras y de ocio para que tengan un “respiro”. ¿Para qué? Lo más importante para que puedan tener una nueva vida propia y además un proyecto de vida para que cuando la etapa de cuidador termine, no quede en el aire, viviendo no solo el síndrome del “cuidador quemado” sino también el síndrome de “nido vació” porque su ser amado se fue y no tenía un plan ni un norte para esa nueva etapa de vida donde el rol es otro. Ya no el de ser cuidador(a).

Por ello hemos creado en Ahora soy papá de mis papás CuiDÁNDOTE. Club del Cuidado.

Un espacio innovador para brindarle beneficios y valores agregados de “respiro” a la vida del Cuidador(a) y apoyarle en sus nuevas etapas. 

Bienvenidos los Cuidadores y Cuidadoras con sus necesidades, sus dolores, sus planes y nuevas metas porque pueden vivir una nueva mitad y tener una nueva longevidad. También las empresas que crean que pueden apoyar a los Cuidadores.

Aquellos Cuidadores que tienen toda la responsabilidad, asumen todas las decisiones, pero no tienen apoyo. 

Entonces vamos a cuidarles. Vamos a cuidarnos. 

Bienvenidos. Estamos aquí a su disposición para que trabajemos juntos.